Vivimos tiempos convulsos. La política se ha metido en
nuestras vidas hasta la náusea, y la saturación ha provocado que los argumentos
den paso a las pasiones. Cuando acudimos a una cita electoral, no estamos
eligiendo al mejor compañero de cañas, no elegimos al más guapo o a la más
guapa, ni siquiera debemos ir contra de… lo cual es un síntoma evidente de
inmadurez. Elegimos a aquellas personas que entendemos que van a hacer el mejor
uso de nuestro dinero. Que van a conseguir que nuestro país, nuestra comunidad
o nuestro pueblo esté mejor, que sea un lugar donde nos desarrollemos como individuos,
donde convivamos y donde nuestros hijos puedan labrarse el mejor futuro.