Vivimos días convulsos en esta España nuestra. Los resultados electorales han caído como una losa en un país acostumbrado a valorar las cosas con el corazón y a posicionarse en rojos y azules.
Desde el corazón, el resultado es un desastre para
mucha gente: “no han ganado los míos” o, lo que es peor: “han ganado los
otros”. Si los líderes políticos que nos han traído hasta aquí, se comportan de
la misma forma que hasta ahora, la composición del parlamento no permite
ninguna posibilidad de formar gobierno, y estamos abocados a nuevas elecciones.