Si
nos permitimos una sencilla licencia, haciendo una analogía de aquel histórico
momento, y dejamos desbordar con cierta gracia nuestra imaginación y fantasía,
podremos trasladar aquel episodio a los momentos actuales que vivimos en el
seno de nuestra política municipal: Supongamos sustituir aquel enorme buque por
nuestro excelso Ayuntamiento, el de Arroyo de la Encomienda, nuestra
administración pública más cercana, que maneja el ingente, y nada despreciable,
volumen de 22 millones de euros de presupuesto, importe para nada baladí si
tenemos en cuenta, por ejemplo, que un municipio como Laguna de Duero, con un
mayor número de habitantes, no llega a alcanzar para el presente ejercicio los
16 millones de euros. En definitiva, un Ayuntamiento grande, con mucho poder,
con grandes recursos financieros, y cuyas decisiones, incluso las más
elementales, inciden directamente, a diario, en la vida de muchas personas y
muchos negocios con los que interactúa con asiduidad.
Supongamos
también que nuestros particulares músicos, también en número de ocho hasta que
se les unieron los dos del PP, se corresponden hoy con los concejales electos
que conforman nuestro gobierno municipal. Dejamos a elección del lector quién
es nuestro violinista, nuestro pianista, y demás..., aun cuando es
perfectamente identificable un director al frente de tan singular orquesta:
nuestro alcalde, que capitanea una banda que desde hace tiempo busca distraer a
los pasajeros, los vecinos, con una música autocomplaciente, embriagante y adormecedora,
que lleva años sonando en algunos altavoces del municipio y que resulta
totalmente necesaria para ocultar que el barco ya no avanza. Si bien antaño aquellos
héroes del Titanic deleitaron a sus viajeros con valses y algunos ragtimes,
según señalan las reseñas, ahora las piezas, más próximas a la música popular
(y también Popular,) son éxitos de gasolinera del tipo "Qué bonito está el
Pueblo", "Cuantas cosas se han hecho", "Tenemos nuestras
cuentas saneadas", "Somos el Partido del empleo", "Somos la
ciudad del comercio y la hostelería" o "Aquí quiere venir a vivir
todo el mundo", y demás sainetes.
Esa
música, entra en conflicto con una realidad que en momentos no muy lejanos será
aplastante. El devenir de los acontecimientos viene cogiendo un tono cargante,
incluso chirriante desde hace unos años; los instrumentos se han ido
desafinando y deteriorándose, el director de la orquesta ha perdido el ritmo, y
la letra empieza a no ser tan maravillosa, incluso en algunos momentos ya es más
bien lastimera o, sencillamente, a veces ya no es ni música. Nuestros artistas
aún lo niegan, pero el barco ha comenzado a hundirse, muy lentamente, aunque al
igual que el Titanic, inexorablemente, y ellos siguen tocando las mismas
canciones como si nada sucediese.
Como
entonces, muchos de los pasajeros, muchos de los vecinos, hemos comenzado a ser
conscientes de una triste realidad: el barco se hunde. Esos acordes, en la
mayor parte de las ocasiones ya más que música son ruido, o peor aún, son
silencio, falta de explicaciones, cabeza en el agujero, la calma que precede a
la tempestad... Ya somos muchos los que hemos dejado de escuchar el soniquete, abandonando
ese aire bobalicón, embelesado y anonadado con el que antes asistíamos a la
función; y hemos comenzado a preocuparnos, cada vez en mayor medida. El barco
hace tiempo ha comenzado a hacer aguas, y no por culpa de un iceberg, sino por muchos
agujeros, demasiados, alguno de ellos ya de gran tamaño. Problemas y deterioros
que en este nuestro blog hemos denominado, otra licencia por nuestra parte, "las
cincuenta sombras de Arroyo".
No
espere nuestro lector encontrar un relato erótico dentro de nuestras cincuenta
sombras, no opositamos a hacernos acreedores de un premio de la Sonrisa
Vertical, ni siquiera encontramos estímulo voluptuoso alguno en todo el argumentario
que vamos a desarrollar en las próximas fechas, más bien se trata de una
crónica triste y descorazonadora. No espere tampoco el lector, a partir de
ahora, un compendio de chascarrillos, consignas con tintes populistas,
tergiversaciones interesadas de la realidad, ni siquiera elucubraciones vacuas de
parte interesada. Vamos a detallar, sencillamente, "lo que hay", con
datos fidedignos. Datos que se sustentan sobre hechos reales, sobre situaciones
presentes y pretéritas, contrastadas o sencillamente contrastables. Y "lo
que hay", más "lo que hubo", nos preocupa. En determinados
momentos, también pronosticaremos "lo que habrá", porque si bien algunos de los derroteros que vislumbramos son inciertos, pero suficientemente
oscuros, otros ya van encaminados hacia un mayúsculo desastre. Pudiera ser que
se nos acuse de agoreros de plantear una visión catastrofista o apocalíptica,
de practicantes de una política-ficción o simplemente se nos achaque una
actitud nada colaboracionista y beligerante. Pero nada más lejos de la
realidad. Desde que nos incorporamos al Ayuntamiento, hemos dejado claros
ejemplos de llamadas de atención e iniciativas que han intentado paliar la
dejadez y el marasmo en el que se reboza la gestión de IPAE y ahora IPAE-PP
(IPPAE). Iniciativas con las que hemos querido marcar una impronta sobre lo que
opinamos que debería ser la nueva política y una gestión municipal más
integradora, transparente y eficiente, anteponiendo los intereses de nuestros
vecinos respecto a los propios o de partido. No obstante, llegado este punto, debemos
trasladar una vez más la preocupante realidad que parece apuntar hacia el
colapso municipal en el más amplio sentido de la palabra y en todos y cada uno
de sus apartados.
Deseamos, por último, que la
lectura de los cincuenta capítulos que hemos dedicado a estas cincuenta sombras
no solamente constituya un motivo de lectura amena, incluso divertida, para los
seguidores de nuestro blog. Buscamos que despierten sus sentidos, que
satisfagan su curiosidad innata, que les evidencien una realidad oculta, aunque
no por ello inexistente, y que les ayude a reflexionar acerca de la importancia
que su voto tendrá en las próximas elecciones, una importancia capital para su
propia vida. Sean, pues, ustedes bienvenidos a conocer el "lado
oscuro" del Ayuntamiento de Arroyo de la Encomienda, a las "cincuenta
sombras de Arroyo". Aún podemos salvar "el barco"
Cierto
ResponderEliminarMas que una orquesta, yo les llamaría "banda", o "pandilla", puesto que de música no tienen ni idea... eso si..."tocar los tocan" bien.
ResponderEliminarLas sombras?
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