lunes, 29 de mayo de 2017

NACEN 50 SOMBRAS DE ARROYO

Cuentan que, 105 años atrás, un modesto grupo orquestal con ocho integrantes, todos ellos músicos, permanecieron tocando durante horas un repertorio de piezas sin cesar, al mismo tiempo que, lentamente, se hundía el, por aquel entonces, mayor trasatlántico del mundo, la nave más famosa de todos los tiempos, el Titanic. Los libros de historia recogen, que la entrega y perseverancia de aquellos músicos tenía como fin el intentar que los pasajeros no perdieran la calma, ni la esperanza, en el seno de la adversidad, y no abandonaron en su empeño incluso cuando ya era seguro que el buque se hundiría, y que ellos mismos perecerían sin remisión.

               
Si nos permitimos una sencilla licencia, haciendo una analogía de aquel histórico momento, y dejamos desbordar con cierta gracia nuestra imaginación y fantasía, podremos trasladar aquel episodio a los momentos actuales que vivimos en el seno de nuestra política municipal: Supongamos sustituir aquel enorme buque por nuestro excelso Ayuntamiento, el de Arroyo de la Encomienda, nuestra administración pública más cercana, que maneja el ingente, y nada despreciable, volumen de 22 millones de euros de presupuesto, importe para nada baladí si tenemos en cuenta, por ejemplo, que un municipio como Laguna de Duero, con un mayor número de habitantes, no llega a alcanzar para el presente ejercicio los 16 millones de euros. En definitiva, un Ayuntamiento grande, con mucho poder, con grandes recursos financieros, y cuyas decisiones, incluso las más elementales, inciden directamente, a diario, en la vida de muchas personas y muchos negocios con los que interactúa con asiduidad.
                
 Supongamos también que nuestros particulares músicos, también en número de ocho hasta que se les unieron los dos del PP, se corresponden hoy con los concejales electos que conforman nuestro gobierno municipal. Dejamos a elección del lector quién es nuestro violinista, nuestro pianista, y demás..., aun cuando es perfectamente identificable un director al frente de tan singular orquesta: nuestro alcalde, que capitanea una banda que desde hace tiempo busca distraer a los pasajeros, los vecinos, con una música autocomplaciente, embriagante y adormecedora, que lleva años sonando en algunos altavoces del municipio y que resulta totalmente necesaria para ocultar que el barco ya no avanza. Si bien antaño aquellos héroes del Titanic deleitaron a sus viajeros con valses y algunos ragtimes, según señalan las reseñas, ahora las piezas, más próximas a la música popular (y también Popular,) son éxitos de gasolinera del tipo "Qué bonito está el Pueblo", "Cuantas cosas se han hecho", "Tenemos nuestras cuentas saneadas", "Somos el Partido del empleo", "Somos la ciudad del comercio y la hostelería" o "Aquí quiere venir a vivir todo el mundo", y demás sainetes.
                 
Esa música, entra en conflicto con una realidad que en momentos no muy lejanos será aplastante. El devenir de los acontecimientos viene cogiendo un tono cargante, incluso chirriante desde hace unos años; los instrumentos se han ido desafinando y deteriorándose, el director de la orquesta ha perdido el ritmo, y la letra empieza a no ser tan maravillosa, incluso en algunos momentos ya es más bien lastimera o, sencillamente, a veces ya no es ni música. Nuestros artistas aún lo niegan, pero el barco ha comenzado a hundirse, muy lentamente, aunque al igual que el Titanic, inexorablemente, y ellos siguen tocando las mismas canciones como si nada sucediese.
                
Como entonces, muchos de los pasajeros, muchos de los vecinos, hemos comenzado a ser conscientes de una triste realidad: el barco se hunde. Esos acordes, en la mayor parte de las ocasiones ya más que música son ruido, o peor aún, son silencio, falta de explicaciones, cabeza en el agujero, la calma que precede a la tempestad... Ya somos muchos los que hemos dejado de escuchar el soniquete, abandonando ese aire bobalicón, embelesado y anonadado con el que antes asistíamos a la función; y hemos comenzado a preocuparnos, cada vez en mayor medida. El barco hace tiempo ha comenzado a hacer aguas, y no por culpa de un iceberg, sino por muchos agujeros, demasiados, alguno de ellos ya de gran tamaño. Problemas y deterioros que en este nuestro blog hemos denominado, otra licencia por nuestra parte, "las cincuenta sombras de Arroyo".
                
 No espere nuestro lector encontrar un relato erótico dentro de nuestras cincuenta sombras, no opositamos a hacernos acreedores de un premio de la Sonrisa Vertical, ni siquiera encontramos estímulo voluptuoso alguno en todo el argumentario que vamos a desarrollar en las próximas fechas, más bien se trata de una crónica triste y descorazonadora. No espere tampoco el lector, a partir de ahora, un compendio de chascarrillos, consignas con tintes populistas, tergiversaciones interesadas de la realidad, ni siquiera elucubraciones vacuas de parte interesada. Vamos a detallar, sencillamente, "lo que hay", con datos fidedignos. Datos que se sustentan sobre hechos reales, sobre situaciones presentes y pretéritas, contrastadas o sencillamente contrastables. Y "lo que hay", más "lo que hubo", nos preocupa. En determinados momentos, también pronosticaremos "lo que habrá", porque si bien algunos de los derroteros que vislumbramos son inciertos, pero suficientemente oscuros, otros ya van encaminados hacia un mayúsculo desastre. Pudiera ser que se nos acuse de agoreros de plantear una visión catastrofista o apocalíptica, de practicantes de una política-ficción o simplemente se nos achaque una actitud nada colaboracionista y beligerante. Pero nada más lejos de la realidad. Desde que nos incorporamos al Ayuntamiento, hemos dejado claros ejemplos de llamadas de atención e iniciativas que han intentado paliar la dejadez y el marasmo en el que se reboza la gestión de IPAE y ahora IPAE-PP (IPPAE). Iniciativas con las que hemos querido marcar una impronta sobre lo que opinamos que debería ser la nueva política y una gestión municipal más integradora, transparente y eficiente, anteponiendo los intereses de nuestros vecinos respecto a los propios o de partido. No obstante, llegado este punto, debemos trasladar una vez más la preocupante realidad que parece apuntar hacia el colapso municipal en el más amplio sentido de la palabra y en todos y cada uno de sus apartados.

Deseamos, por último, que la lectura de los cincuenta capítulos que hemos dedicado a estas cincuenta sombras no solamente constituya un motivo de lectura amena, incluso divertida, para los seguidores de nuestro blog. Buscamos que despierten sus sentidos, que satisfagan su curiosidad innata, que les evidencien una realidad oculta, aunque no por ello inexistente, y que les ayude a reflexionar acerca de la importancia que su voto tendrá en las próximas elecciones, una importancia capital para su propia vida. Sean, pues, ustedes bienvenidos a conocer el "lado oscuro" del Ayuntamiento de Arroyo de la Encomienda, a las "cincuenta sombras de Arroyo". Aún podemos salvar "el barco"

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3 comentarios:

  1. Mas que una orquesta, yo les llamaría "banda", o "pandilla", puesto que de música no tienen ni idea... eso si..."tocar los tocan" bien.

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