Pasados unos
días, hemos decidido hacer una valoración de las fiestas. Como todos los años,
marcadas por los toros y la gran afluencia de visitantes que han compartido con
nosotros estos días, y, como novedad, marcadas por la lluvia en muchos momentos.
En los día
previos a las fiestas, hacíamos notar en distintos medios de comunicación que
nos parecía tan importante o mas la gestión diaria, cuidando aspectos como la
seguridad y la convivencia vecinal que el propio programa. En cualquier caso,
echábamos en falta en el programa actividades deportivas participativas y
actividades para la franja de edad de adolescencia-juventud. Una vez
terminadas, la impresión general que nos han causado las fiestas podría ser mas
de lo mismo, que a veces no está mal, pero ha habido algunas cosas, que cada
año son un poquito mas y que hace tiempo que nos preocupan. Unas por exceso y
otras por defecto.
En primer lugar
es acuciante ya la redacción de un reglamento de fiestas, que especifique
claramente lo que se puede y no se puede hacer, de forma que los vecinos tengan
a qué atenerse cuando se encuentran con situaciones desagradables y sepan cómo
buscar las soluciones y sepan también de quien es la culpa, bien de los que han
hecho el reglamento, de quien no lo hace cumplir o de quien no lo cumple. Eso
permitiría a la policía municipal y a la guardia civil, en su caso, disponer de
una ordenanza a la que atenerse, y a los vecinos de una guía de lo que se puede
y no se puede hacer en fiestas. A día de hoy, las fiestas de la Flecha, como
dirían los antiguos, son un “sin ley” y de eso se aprovechan algunos y lo
sufren otros.
En ese sentido
son ya multitud las quejas respecto a las molestias que ocasiona la música en
las casetas de algunas peñas de forma continuada las 24 horas del día y la
presencia de cristales en parques infantiles. Los aledaños de la plaza de toros
a ciertas horas se convierten en un lugar que empieza a ser peligroso y donde
se pueden ver escenas que preocuparían a cualquier padre que las presenciara.
Por último, las discomovidas, especialmente la del sábado a las 4:30 h. de la
mañana en la plaza de España, se ha mostrado, por enésima vez, como una actividad
que disfruta una gran mayoría de forasteros a costa de molestar a los vecinos
del entorno... La frase “el próximo año que hagan la discomovida en la puerta
del alcalde” va camino de convertirse en un himno que algunos siguen
empeñándose en no escuchar.
Este cronista ha
sido testigo de escenas, cuanto menos curiosas. Las oleadas de jóvenes bajando
la cuesta de la BMW desde Parquesol camino de la discomovida el sábado de
madrugada, las algaradas y las borracheras de adolescentes, algunos casi niños,
en el entorno de la plaza de toros a partir de medianoche o la llegada al
municipio de jóvenes el jueves y el viernes a las 9 de la mañana de camino a
las casetas de algunas peñas, mientras los vecinos llevan a sus hijos al cole,
deberían hacer pensar a los responsables de la programación qué gana el pueblo,
qué ganan los vecinos, qué gana la hosteleria local con algunas actividades. Desde
aquí nos parece que hay que ser muy torpe para no verlo y reincidir en el error
año tras año, a lo mejor los equivocados somos nosotros.
Las fuerzas de
orden público, ayudados por los voluntarios de protección civil, se muestran
año tras año insuficientes para todas las labores que acarrean unas fiestas
como estas. Es particularmente peligrosa la ocupación de las vías de evacuación
por espectadores en la plaza de toros, donde, por cierto, se sigue fumando.
Cuando veo a algunos desaprensivos fumar en un recinto y rodeados de peñas de
niños, y encima contestar con chulería las recriminaciones de otros
espectadores, me doy cuenta de que muchas veces los civilizados están en la arena.
Bien el concurso
de cortes y el gran prix, con alguna lesión, esperamos que no sea nada, los encierros en su línea, un poco deslucidos por el
tiempo y con la imagen para la posteridad de un camión descargando los toriles
en el medio de la plaza por no haber podido hacerlo en la plaza de San Lorenzo,
que es de donde alguno decidió que arrancara el encierro. Juzgue cada uno.
Muy bien los
grupos de música en la calle, tanto la iniciativa del Urban con Bloody Mary,
como Sal Gorda que la trajo el Topín Fartón, los pichas el domingo en la pza de
San Lorenzo y Spain en la zona de peñas. Una gozada, como siempre, la banda
infantil de la escuela de música, que tuvo que tocar en las pistas frente al
colegio Raimundo de Blas por la lluvia.
Los mas pequeños
quedaron saciados de hinchables, aunque, dependiendo de los horarios las colas
fueron desesperantes, y los olvidados, como siempre, jóvenes y adolescentes. Ni
una competición entre peñas, ni una actividad para ellos mas allá de los toros,
para los que les gusten. Aburridos, eran recibidos por los padres en las
casetas de la zona de la casa de cultura donde el ambiente fue siempre de
bandera.
En fin. A
nuestro juicio, unas fiestas que a pesar del buen ambiente y la masiva
participación vecinal, nos parecen manifiestamente mejorables, a poco que alguno
tenga a bien echar un poquito de imaginación al asunto. Y ya, si empezamos a
valorar los pros y los contras de cada actividad, a lo mejor conseguimos sacar
adelante unas fiestas donde los vecinos, que son los que las pagan, disfruten
con las mínimas molestias posibles.
Tiempo hay.