Una necesidad social
básica e imprescindible, un servicio público de primer orden como es el del
abastecimiento y saneamiento del agua, a su vez protegido por todo nuestro
ordenamiento jurídico, se ha convertido,
sin embargo, en un negocio en Arroyo de la Encomienda. Un negocio redondo,
la madre de todos los negocios.
La gestión del ciclo
integral del agua está compuesta por la potabilización del agua de consumo,
el mantenimiento de la red de saneamiento y la depuración de las aguas
residuales. Hasta el año 2011, era un
servicio plenamente municipal. El ayuntamiento servía el agua potable
procedente de Valladolid, construía y mantenía la red de saneamiento y depuraba
en la depuradora junto a Vega Mahía. Finalmente cobraba a los vecinos por todo ello. En
ese año 2011 IPAE decidió externalizar esa gestión. Curiosamente, siguiendo la costumbre
de muchos de los concursos públicos durante la época IPAE-PP, para un negocio de 30 años y más de 90 millones
de euros, sólo se presenta una empresa, entonces Acuagest, hoy Aquona.
Hoy sabemos que no solamente es que hubiera un único licitador,
sino que la licitación estuvo plagada de
irregularidades: Se cuantificaron los costes de depuración erróneamente,
pues se tomó el dato de todo el alfoz. Se diseñó una cuenta previsional de
resultados completamente irreal, irreal entonces, vista hoy parece de otro
mundo, minusvalorando las posibilidades de ingresos al proyectar un crecimiento
de usuarios del 0,50% anual, muy inferior a la realidad evidente que hemos
vivido estos años y, por último, se magnificaron las posibilidades de gasto. Todo ello con
el único objetivo de justificar el canon
que pagó la concesionaria, de 6 millones de € que, por vecino, resulta prácticamente
la mitad del que pagó la misma
concesionaria por la misma concesión en Valladolid. Eso sí, mientras Valladolid
lo ha ido cobrando año a año, aquí se
cobró del tirón. Con el ayuntamiento devorando recursos a velocidad endiablada,
a requerimiento de IPAE, Aquona abonó el canon en apenas dos años y medio,
privando así a los arroyanos de una fuente de recursos financieros futuros fundamentales.
¿A los vecinos en qué nos afectó el cambio?. Pues seguimos bebiendo el mismo agua, el que
llegaba de la potabilizadora de las Eras a través del anillo mil al que
entroncamos en el puente de la Hispanidad. Nuestras
aguas residuales siguen discurriendo por la red de saneamiento municipal,
totalmente nueva, y llegando a la misma depuradora municipal en Vega Mahía.
Entonces ¿Cuáles fueron los cambios?
El primero, el cobrador. Ya no es el
ayuntamiento, ahora nos cobra Aquona, de facto un mero intermediario, pues potabiliza Valladolid y ahora también depura Valladolid. El segundo, los precios. La factura
pasó de ser trimensual a bimensual, para mitigar esa impresión visual de que
"nos la han pegado" con unos precios exacerbados e injustificables. Y el tercero, empezamos a verter nuestras
aguas al río sin depurar. En detalle:
- Aquona compraba el agua en Valladolid para arroyanos y vallisoletanos al mismo precio. Sin embargo, los arroyanos pagamos un 50% más que nuestros vecinos de la capital.
- Se dejó de depurar. Debido por una parte al incremento de población, inasumible por la depuradora, por otra al retraso de 5 años en la conexión a la depuradora de Valladolid y por una tercera, a la deficiente explotación de las instalaciones por la concesionaria, durante estos cinco años gran parte de nuestras aguas residuales se han vertido directamente al río a través de los aliviaderos previo y posterior y del propio aliviadero de la depuradora, contraviniendo toda la normativa medioambiental de nuestro ordenamiento jurídico, desde el constitucional hasta las directivas europeas al respecto.
- Aunque no se estaba depurando en su totalidad, sí que se ha cobrado a todos los arroyanos la tasa de depuración. Y no una tasa cualquiera: Dos veces y media más que en la capital, (el 253%) donde, además, evidentemente, sí que depuran.
Vertido procedente de aliviadero en Vega Mahía |
Con el nuevo contrato firmado entre el alfoz y la capital, los costes de depuración son aún más bajos que los previstos en el contrato de 2011, pero lamentablemente (para los vecinos, no para Aquona), no existe una cláusula de revisión del canon que permita incrementarlo por el fuerte incremento del número de usuarios. Tampoco el clausulado para una modificación de tarifas está lo suficientemente desarrollado como para defender los intereses de los bolsillos de nuestros vecinos; y aunque la Intervención del Ayuntamiento y el grupo municipal de Ciudadanos hemos pedido una revisión de las tarifas a la baja, nuestro alcalde ya se ha apresurado a responder un "habrá que ver...". Todo para mañana, o para nunca. Mientras seguiremos pagando el agua a precio de oro.
Todo lo relatado se ha podido llevar a cabo gracias a la anuencia y colaboración de nuestro excelentísimo ayuntamiento, dirigido por IPAE en todos estos años, en un ejemplo más del oscurantismo y despropósito al que nos tiene acostumbrado. Para Ciudadanos es un auténtico latrocinio del bolsillo de nuestros vecinos, descubierto a raíz del nuevo contrato con la capital y anunciamos que este asunto pasa a ser una prioridad para el partido en el municipio.
A ver si ahora bajan las tarifas del agua
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