No es mi intención molestarles
con un título tan provocativo. Viene al hilo de la psicosis mundial que ha
habido en referencia a la elección de Donald Trump como presidente de los Estados
Unidos, y de la actitud que particularmente adopto ante estas cuestiones, actitud
que vengo hoy a recomendarles, por su bien y el de los que les rodean.
Particularmente he de reconocer
que ha habido momentos en que he sentido cierta intranquilidad con el bombardeo
mediático que se nos ha hecho, contándonos que un ogro pelo paja iba a venir a
llevarse a nuestros hijos y violar a nuestras mujeres. Pues bien: más allá de
que haya representado un personaje en campaña, un personaje que le ha
funcionado, a tenor de los resultados, ahora se va a meter en la piel de otro,
en la piel del presidente de los Estados Unidos. Me huele a mí que van a ser
personajes distintos. Tengan claro, además, que, por un lado, la política de un
país como ese no depende de cómo se levante una mañana un presidente, y por
otro, la historia está llena de ogros que resultaron ser excelentes gestores
públicos, y de príncipes azules que trajeron la desdicha y la ruina a sus
administrados.
Como inversor de bolsa, tampoco
lo he pasado bien. La verdad. Los mercados sí que son un estado de ánimo, mucho
más que el fútbol, mal que le pese a Jorge Valdano. Y el ánimo ha estado más
bien alicaído en el último año y medio. Los expertos han dado muchas causas,
pero créanme, las caídas, especialmente desde mediados del pasado octubre tenían
un motivo claro: Tan poco gustaba uno como la otra. Así que ahí estaba yo, con
Domino´s Pizza, empresa australiana en mi cartera, viendo cómo hacía una bajada
brutal y sin entender desde mi casa en Arroyo de la Encomienda qué tendría que
ver quién fuera el presidente de Estados Unidos para que una empresa vendiera pizzas
en Australia. Y erre que erre dándole vueltas al asunto como un imbécil.
Cortito que soy: alguien está ganando con estos vaivenes. Reflexionando un
poquito se encuentra la solución: método, tranquilidad y buenos alimentos.
Me parece fundamental pararnos a
pensar de vez en cuando. A veces, nos metemos en la rueda y vamos
conduciéndonos sin pensar, como con el piloto automático puesto. Así que, en
cuanto me he dado cuenta, me he aislado del ruido. Leo entre otros desde hace
tiempo a Stephen Covey, y lo recomiendo. Una de las cosas que dice este señor
es: todos tenemos un círculo de preocupación, que son las cosas que nos
preocupan, y un círculo de influencia, que son aquellos asuntos sobre los que
podemos influir. Pues bien, si el círculo de preocupación es mayor que el
círculo de influencia, es decir, si les preocupan muchas más cosas de las que
dependen de ustedes, están perdiendo tiempo y energía, y están cargándose de
negatividad innecesariamente.
Así que, salgan a la calle con
una sonrisa en los labios y disfruten de la vida. No hay nada más estúpido que
el españolito que sale cabreado de casa porque Trump ha ganado en USA. Por si
les sirve, yo cada día intento pasar más tiempo con mi familia, intento que mi
trabajo salga mejor cada día e intento reírme todo lo que puedo. Internet y
unos buenos amigos son una gran ayuda en ese sentido. Y que el Trump ese haga
lo que tenga que hacer, y que los medios lo cuenten, y que se asuste el que quiera.
Yo no. Ya lo siento, pero es que estoy a lo mío.
Rafael Velasco
Publicado en el Norte de Castilla el sábado 12 de Noviembre de 2016
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