En
estos últimos días, apenas un mes después de haber comenzado las clases, se han
iniciado las movilizaciones estudiantiles, familiares y profesionales
relacionadas con la educación. Todos formamos parte de estos colectivos, todos
aparentamos estar preocupados por la educación y todos tenemos opinión de cómo
debería ser o cómo se podría mejorar la educación en España, eso sí, nunca
coincidiendo con la Ley Orgánica en vigor. Resulta muy curioso que la educación
nunca aparezca como uno de los temas que más preocupan a los españoles según
las encuestas del CIS.
Aparece el paro, evidentemente tenemos una tasa de paro excesiva
para la economía del país, y es un problema grande para las familias que lo
padecen. También aparece, siempre en las primeras posiciones del ranking, la corrupción. En este caso resulta muy llamativo
que aparezca como una gran preocupación y por otra parte se vuelven a votar a
los partidos que están siendo juzgados por corrupción, por lo tanto, no pasa
mucha factura, parece que se queda con una queja social emitida a gritos y
hasta aquí puedo leer como decía Mayra Gómez Kemp en el famoso programa del
“Un, dos, tres…”
Así pues, estos dos temas nos preocupan, pero la educación no. De la educación nos
olvidamos. Se lo dejamos a los políticos que hasta ahora han gobernado para que
“jueguen” con ella. Como es sabido, las leyes educativas han ido cambiando
según el partido que gobernase. Actualmente se mantiene en vigor la LOE del
gobierno de Zapatero (aunque la mayoría de ciudadanos lo desconoce), la LOMCE,
más conocida por Ley Wert, conlleva una reforma educativa en los niveles de
primaria y secundaria y desarrolla en un único artículo las modificaciones que
aporta a la ley vigente, la de Zapatero.
Curiosamente,
los temas que más han llegado a la opinión pública, gracias a la propaganda mediática
de partidos como Podemos o PSOE, son la continuidad de las clases de religión
en centros públicos y las controvertidas reválidas. El hecho de que los alumnos adquieran un nivel óptimo de formación, no parece importante. Pero
¿qué son las reválidas? Son unas pruebas de evaluación final al terminar las
distintas etapas educativas, con excepción de la etapa más larga, primaria, en
la que decidieron poner otra prueba a mitad de etapa, por lo tanto se hacen en
3º y 6º de primaria, 4º de ESO y 2º de Bachillerato. Y se supone que se
realizarán al finalizar el curso.
Primer
inconveniente: el curso pasado ya entró
en vigor en los cursos de primaria, no se vinculaba el resultado a la nota
obtenida pero esa nota acompañará al alumno/a en su expediente académico. La
prueba se realizó antes de acabar el curso, por lo que el examen, al ser
institucional, contenía temario que aún no se había impartido, las asignaturas de
las que se examinaba eran, según la ley, lengua, matemáticas, ciencias e
inglés, se quitó inglés y en ciencias había contenido que en nuestra comunidad
no se impartía. ¿Cómo
podemos examinar al alumnado español de los mismos contenidos, si cada
comunidad autónoma desarrolla la ley a su manera?
Sin
lugar a dudas, es necesario un Pacto de Estado por la Educación, no es cuestión
de hacer veinte mil exámenes a los alumnos, así tampoco se controla al
profesorado, que parece ser otra de las razones de estas pruebas, o al menos
esa sensación es la que da. Hay que unificar criterios y que no haya tanta
diferencia entre las comunidades autónomas, la Educación debe dejar de ser el
juguete roto que todos los partidos ansían, no se debe adoctrinar sino educar,
solo lo conseguiremos con un profesorado motivado y bien preparado. Las familias
deben estar correctamente informadas y colaborar con los centros educativos. Un
estado con fracaso escolar, es un estado condenando su futuro.
La
apuesta es ofrecer igualdad de oportunidades,
reconocer, formar y evaluar a los docentes, dotar de autonomía a los
centros con mayor flexibilidad interna, fomentar un papel activo de las
familias, apostar por una verdadera inmersión lingüística, mejorar las
competencias cognitivas y no cognitivas, trabajar valores cívicos y el
pensamiento crítico, incluir un aprendizaje social y emocional, fomentar la
cultura del aprendizaje permanente y evaluar de manera sistemática y rigurosa.
Estoy segura de que el lector mantiene en el recuerdo a un maestro de su etapa de
estudiante, creo que apuesto sobre seguro si aventuro que será un recuerdo afectuoso. No podemos dejar de
reivindicar que esta profesión vuelva ser respetada porque de ella depende la
educación de nuestros hijos y ellos son nuestro futuro.
Marta Sanz Gilmartín es maestra
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios